Todos tenemos una o varias heridas
de la infancia.
¿Cómo nos afectan?
Cada una afecta en
la conducta de maneras distintas, y también cambia cuando se tienen varias y se
complementan o compensan entre sí, lo que tienen todas en común es que crean
una máscara, que es un recurso de tu mente para protegerse de ese daño, pero
que aunque en un principio nos ayuda a sobrellevar la herida, posteriormente se
nos vuelve en nuestra contra y acaba provocando justo aquello que queremos
evitar (o sea la hace más grande y dolorosa) y se convierte en
contraproducente.
Estas heridas nos
afectan de forma inconsciente a nuestro y comportamiento lo que acaba
acarreando mucho sufrimiento en el individuo. Además, la persona piensa que
ella es así, y desconoce que ella (su esencia) no son los rasgos de
personalidad adquiridos y normalmente disfuncionales. La buena noticia es que,
al ser rasgos aprendidos y no innatos, se pueden cambiar, si se sanan.
Para sanar estas
heridas es necesario identificar cuales tenemos, en que profundidad, quien las
creó (papá, mamá o figuras de autoridad), que síntomas tienen, como nos
afectan.... Ya que no se puede sanar lo que se desconoce (para eso hay test) y
entre otros, los beneficios que tiene detectarlas, comprenderlas y sanarlas es
poder tener mejor calidad de vida, mejores relaciones interpersonales
incluyendo las de pareja, y poder ver y comprender mejor a mi entorno, ya que
no podemos ver fuera lo que no vemos dentro.
Otra ventaja, es
que pasar lo inconsciente al consciente, y entender que esa máscara NO SOY YO,
nos dará la libertad, de dejar de ser el personaje para ser lo que de verdad YO
SOY.
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