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Mediumnidad es
la facultad que nos capacita para entrar en contacto con el mundo espiritual,
siendo varias las diferentes manifestaciones que podemos detectar, por ejemplo,
los efectos físicos, efectos videntes o efectos psicografos, entre otros.
Para hacérnoslo
más comprensible podemos imaginar que la mediumnidad es una especie de «vía»
que canaliza el otro plano de existencia, esa otra dimensión que es el mundo
originario y natural del espíritu humano.
Médium es por
tanto toda aquella persona que está capacitada para servir de puente
canalizador o intermediario entre el mundo material y el espiritual.
La razón de ser
del médium no es otra que la de realizar lo mejor posible esa canalización, es
decir, transmitir lo más fiel y perfectamente posible aquello que recibe del
plano espiritual.
Para esto es
preciso tener ese canal bien limpio de intenciones propias, afán de
protagonismo, egoísmo, etc., porque si tan sólo somos un canal, nuestra misión
consiste en no enturbiar, deformar, añadir o quitar nada del objeto que
persiguen desde el plano espiritual, puesto que de ese modo tomaría parte en la
transmisión y ésta no sería ni fiel ni perfecta.
De aquí que
lejos de erigirse el médium en protagonista de su mediumnidad, ha de
convertirse en un humilde trabajador cumpliendo, lo más digna y honestamente
posible, con la misión que ha traído.
Misión para la
cual no ha venido solo, sino que viene acompañado de sus guías y protectores
del mundo espiritual, formando parte de un gran engranaje en donde todos son
colaboradores y trabajadores en busca del bien común y del progreso.
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