Muchos creen que llorar es un signo de
debilidad o que contar sus problemas los dejará de dramáticos, entonces
prefieren mantener una actitud neutra donde no se quejan, no dicen lo que
sienten, no lloran.
Pero cuidado, porque toda emoción contenida
termina siendo una bomba de tiempo.
Cuando no nos desahogamos nos enfermamos, es
así de simple.
Nuestra salud -tanto física como mental- sufre
las repercusiones toda nuestra contención emocional, lo que se manifiesta a
través de depresiones, ataques de pánico, úlceras, enfermedades
cardiovasculares y un sinfín de patologías más.
Las emociones son energía y por lo tanto deben
ser liberadas, sobre todo cuando son negativas, pues esa negatividad se acumula
en nuestro cuerpo y nos hace daño.
Sin embargo, ese desahogo debe ser canalizado.
Darle un golpe a alguien o gritarle no es un desahogarse, al contrario, esa es
una reacción de agresividad producto de no haber hablado y expresado las
emociones a tiempo.
Ante todo, desahógate y habla. Ten siempre
presente que una lágrima es mucho más valiosa que una falsa sonrisa.
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